OPINION (OPTICA PERIODISTICA MEXICANA)

sábado, 2 de febrero de 2008



Lutero en manos de la Iglesia
dpetersen@publico.com.mx



Qué hacen Ana Teresa Aranda y Patricio Patrón Laviada en el gabinete de Calderón? Dicho de otra manera, ¿está el Presidente pagando nuevas facturas, por la elección de Germán Martínez, o estamos viendo a un presidente más conservador y una correlación de fuerzas distintas al interior del grupo gobernante?
De Patrón Laviada se ha hablado ya mucho. Simplemente no tiene el perfil para el puesto y es una irresponsabilidad del tamaño del mundo ponerlo al frente de la Profepa. Pero la designación de Ana Teresa Aranda al frente de la Subsecretaría de Población y Asuntos Religiosos es, además de una pésima noticia, un asunto muy delicado que no ha recibido la atención que merece.
Hay tres puestos en el gabinete donde no se puede poner a un militante religioso: en Educación, en Salud y en la Subsecretaría de Población y Asuntos Religiosos, pues se pone en riesgo el equilibrio que significa la estricta vigilancia del Estado laico.
Las políticas de salud deben estar más allá de preceptos religiosos, la educación debe mantener su laicidad, las políticas de población deben verse con mirada estrictamente técnica y la relación con las Iglesias debe ser neutral y equitativa.
El gobierno de Vicente Fox, al que los propios panistas tildaban de ultraderecha (“yunques”, para que sonara ofensivo) siempre mantuvo en estos tres puestos una visión laica a pesar de su propia militancia católica. Felipe Calderón, cuya campaña al interior del PAN fue “Vamos a sacar al Yunque del poder” (Ramírez Acuña era el principal ariete contra los “yunquistas”) tiene en Salud al principal opositor de la política de distribución en el sector salud de la llamada píldora del día siguiente, José Ángel Córdova, y acaba de nombrar en la subsecretaría a una militante contra las políticas de población del Estado mexicano y promotora activa de una visión católica de la sexualidad: Ana Teresa Aranda Orozco.Nacida en León, Guanajuato, Aranda Orozco comenzó su militancia en la Asociación Nacional Cívica Femenina (Ancifem) en esa ciudad y luego se trasladó a Puebla, donde continuó su militancia hasta llegar a la dirección de la asociación. En las propias palabras de Ana Teresa Aranda, la Ancifem era salir a la calle: “Promovíamos que las mujeres salieran de sus casas, que lucharan fuera de éstas para mejorar el ambiente en el que sus hijos tenían que desarrollarse” (revista Líderes, octubre de 2003).
La temática era siempre la misma: la oposición a las políticas de población contrarias a la visión católica. La Ancifem es, junto con el DHIAC, Provida y la Alianza Fuerza Opinión Pública, uno de los grupos de la Iglesia católica para oponerse a las políticas de población, las políticas de salud reproductiva y la educación sexual en las escuelas. Creada en 1973 con apoyo de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), la Ancifem ha sido semillero de lideresas panistas. “En ese grupo, que suele colaborar con Provida y con la UNPF, han militado Ana Rosa Payán, Cecilia Romero, Ana Teresa Aranda y Patricia Garduño” (Édgar González Ruiz, revista La Tarea, número 8).
La Ancifem fue también uno de los brazos operativos de la Iglesia católica contra la reunión convocado por la ONU sobre población y desarrollo en El Cairo (Renée de la Torre, en Eclesia Nostra, FCE) y contra los acuerdos de Beijing.La señora tiene todo el derecho, como lo tenemos cualquiera de nosotros, de militar en lo que crea y a salir a la calle a protestar por lo que no le parezca. El problema no es de ella, sino de quien la designa, es decir, el presidente Calderón. Lo haya hecho por convicción o por un pacto con lo grupos conservadores, en la practica este nombramiento significa un vuelta más a la derecha. Lo único peor que poner a la Iglesia en manos de Lutero es poner a Lutero en manos de la Iglesia; lo harían pedazos. Entregarle a la Iglesia católica la política de población y la relación con las Iglesias a una militante puede ser un error costosísimo en un país donde los conflictos religiosos están a flor de piel.

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